por Concilia Rodriguez.
Antes de la aparición del Teniente Hugo Chávez en la escena pública, aparición lamentable por demás puesto que lo hizo dando un golpe de Estado, los venezolanos nos autodenominábamos (la mayoría) APOLITICOS. Mientras tuviéramos un trabajo y algunos pudiéramos vivir bien, más o menos bien, o regular “pal’ tiempo,” la forma de participación política del ciudadano común era por medio del voto, pero, para los últimos años de la década de los noventa, prácticamente habíamos abandonado este derecho. ¿Qué nos provocó esta desidia electoral? Las malas políticas económicas implementadas por los gobiernos Adecos y Copeyanos, que desde 1958 ocuparon el poder gubernamental y que el ciudadano común denominaba “cinco años copey, cinco años AD, para qué votar si total esto no lo arregla nadie” Desde la debacle del viernes negro (viernes 18 de febrero de 1983) en el gobierno de Luis Herrera Campins, hasta las medidas económicas implementadas por Carlos Andrés Pérez.
Esa madrugada cuando se rompieron los vidrios de las ventanas en el cuarto donde dormía con mi hijo, de tan solo seis meses de nacido, porque los aviones rompieron la barrera del sonido y, mi niña de 7 años llamaba a su padre (que tenía dos meses de haber muerto) en ese momento, en el pequeño apartamento cerca del aeropuerto de Barquisimeto, fue cuando sentí más grande mi soledad. Ya no estaba el hombre alto, fuerte e inteligente que todo lo resolvía. Me acurruque con mis hijos que luego de un rato que no se oía nada más, se quedaron dormidos. Cuando todas las radios, televisoras y periódicos del país hablaban del golpe de Estado perpetrado (aunque fallido) por un grupo de militares y salía la imagen del Teniente Chávez diciendo: “por ahora los objetivos no fueron alcanzados”, mi mente, al igual que la del resto de los venezolanos sufrió un abrupto cambio, unos con la idea de que acababa de nacer un “héroe”, otros con la certeza de que este Teniente no tenía vida en un país con cultura democrática.
Así éramos de ingenuos los venezolanos, acostumbrados como estábamos a protestar y que los gobiernos tomaran medidas, para resolver conflictos lo mejor posible. Un país donde gritábamos a todo pulmón a cualquiera por mucho uniforme militar que llevara puesto, “estás son mis tierras y no entra a menos que traiga la orden de un juez, este es mi negocio, mientras cumpla con la ley nadie me saca ni medio” y, así era nuestra vida, con derechos plenos.
Un mes después del fallido golpe de Estado regrese a mi casa en el campo, en una zona agrícola y pecuaria, en esta zona estoy rodeada por cubanos. A estos cubanos con nacionalidad venezolana, fue a los primeros que se les prendió la alarma de “esto está mal, ya lo hemos vivido” toda vez que el teniente salió a la palestra política venezolana. Como ya les dije, algunos lo miraron como héroe. Luego de que el teniente fue indultado por el presidente (para la época) Rafael Caldera , en poco tiempo consiguió el apoyo de venezolanos con poder económico y venezolanos frustrados, no por las políticas de los democráticos gobiernos, sino frustraciones personales que solamente son culpa del propio individuo.
Yo entro en el grupo de los más ingenuos que pensaba, "un tipo como ese no gana en mi país y si gana dentro de cinco años votaran por otro y San se acabó” por lo que ni siquiera me molesté en ir a votar. Todo lo que vino después que fue electo es bien sabido por todo el mundo, la otrora Venezuela conocida como el País de las misses y el petróleo, se convirtió en el País de Don Regalón. Fue entonces cuando comenzamos a pensar “éramos felices y no lo sabíamos”.VIVA LA DEMOCRACIA.
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Antes de la aparición del Teniente Hugo Chávez en la escena pública, aparición lamentable por demás puesto que lo hizo dando un golpe de Estado, los venezolanos nos autodenominábamos (la mayoría) APOLITICOS. Mientras tuviéramos un trabajo y algunos pudiéramos vivir bien, más o menos bien, o regular “pal’ tiempo,” la forma de participación política del ciudadano común era por medio del voto, pero, para los últimos años de la década de los noventa, prácticamente habíamos abandonado este derecho. ¿Qué nos provocó esta desidia electoral? Las malas políticas económicas implementadas por los gobiernos Adecos y Copeyanos, que desde 1958 ocuparon el poder gubernamental y que el ciudadano común denominaba “cinco años copey, cinco años AD, para qué votar si total esto no lo arregla nadie” Desde la debacle del viernes negro (viernes 18 de febrero de 1983) en el gobierno de Luis Herrera Campins, hasta las medidas económicas implementadas por Carlos Andrés Pérez.
Esa madrugada cuando se rompieron los vidrios de las ventanas en el cuarto donde dormía con mi hijo, de tan solo seis meses de nacido, porque los aviones rompieron la barrera del sonido y, mi niña de 7 años llamaba a su padre (que tenía dos meses de haber muerto) en ese momento, en el pequeño apartamento cerca del aeropuerto de Barquisimeto, fue cuando sentí más grande mi soledad. Ya no estaba el hombre alto, fuerte e inteligente que todo lo resolvía. Me acurruque con mis hijos que luego de un rato que no se oía nada más, se quedaron dormidos. Cuando todas las radios, televisoras y periódicos del país hablaban del golpe de Estado perpetrado (aunque fallido) por un grupo de militares y salía la imagen del Teniente Chávez diciendo: “por ahora los objetivos no fueron alcanzados”, mi mente, al igual que la del resto de los venezolanos sufrió un abrupto cambio, unos con la idea de que acababa de nacer un “héroe”, otros con la certeza de que este Teniente no tenía vida en un país con cultura democrática.
Así éramos de ingenuos los venezolanos, acostumbrados como estábamos a protestar y que los gobiernos tomaran medidas, para resolver conflictos lo mejor posible. Un país donde gritábamos a todo pulmón a cualquiera por mucho uniforme militar que llevara puesto, “estás son mis tierras y no entra a menos que traiga la orden de un juez, este es mi negocio, mientras cumpla con la ley nadie me saca ni medio” y, así era nuestra vida, con derechos plenos.
Un mes después del fallido golpe de Estado regrese a mi casa en el campo, en una zona agrícola y pecuaria, en esta zona estoy rodeada por cubanos. A estos cubanos con nacionalidad venezolana, fue a los primeros que se les prendió la alarma de “esto está mal, ya lo hemos vivido” toda vez que el teniente salió a la palestra política venezolana. Como ya les dije, algunos lo miraron como héroe. Luego de que el teniente fue indultado por el presidente (para la época) Rafael Caldera , en poco tiempo consiguió el apoyo de venezolanos con poder económico y venezolanos frustrados, no por las políticas de los democráticos gobiernos, sino frustraciones personales que solamente son culpa del propio individuo.
Yo entro en el grupo de los más ingenuos que pensaba, "un tipo como ese no gana en mi país y si gana dentro de cinco años votaran por otro y San se acabó” por lo que ni siquiera me molesté en ir a votar. Todo lo que vino después que fue electo es bien sabido por todo el mundo, la otrora Venezuela conocida como el País de las misses y el petróleo, se convirtió en el País de Don Regalón. Fue entonces cuando comenzamos a pensar “éramos felices y no lo sabíamos”.VIVA LA DEMOCRACIA.
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