La irritante algarabía duraba ya casi una hora, interrumpida periódicamente por breves espacios de silencio tenso.
--"PIN PON FUERA! ABAJO LA GUSANERA!"--gritaban desde el improvisado coro, levantando ritmicamente los puños cerrados hacia el mudo cielo.
--"Reneee: hijoeputa!, maricón!, gusano!!, coñoetumadre!"--se desgañitaba un cincuentón canoso, al que faltaba un incisivo y tenia en el labio una herida mal suturada, que le daba el aspecto de un labio leporino. El hombre gritaba sus propios insultos intercalados con el "pin pon fuera" del coro, desafinando, violentando el ritmo, alzando su puño a contratiempo con el resto.
--"Viva Fidel!! ABAJO LOS GUSANOS TRAIDORES!!"--pugnaba por imponerse la voz débil de una mujer mayor, ajada, de ojos mustios, cansados, gritando su rabia desde la primera fila.
El acto de repudio, nuestra patética versión tropical de los progroms fascistas, desplegaba su odio escandaloso frente a la modesta casita en un barrio de Marianao, en contraste con la quietud de la mañana y el azul limpido del cielo del domingo. Los vecinos observaban ocultos, sintiéndose culpables de callar y, con asco algunos, complices silenciosos y satisfechos otros, a todos les faltaba el valor necesario para salir a pararse frente al portal de Rene y gritar lo que pensaban y sentían. Solo, derecho, sereno y de pie, firme desde el portalito de su casa , Rene enfrentaba callado a la agresión mientras miraba, uno por uno, directamente a los ojos de sus agresores.
Por un segundo eterno, como el segundo que precede a la muerte, durante una de las escasas pausas de silencio de los brigadistas, toda su vida, pasada y presente, pareció desfilar por la mente de Rene. La vida de todos en ese segundo, parecia concentrarse en los ojos que observaban la escena...los ojos atentos y temerosos de los vecinos ocultos tras las persianas de sus casas, los ojos que miraban desde la pequeña y agresiva turba que lo insultaba, los ojos de Rene, despiertos, duros, húmedos de dolor, los únicos sin culpa aquella mañana de domingo.
Los pensamientos de Rene entraban y salían volando, desde aquella realidad hasta sus recuerdos y emociones y luego de regreso. En medio de todo, trataba de ignorar ofensas, jugaba a no escuchar, intentaba asociando los ojos de la gente con sus historias personales, reales o imaginadas, adivinar sus personalidades. Era como si a veces, en segundos como ese, pudiera ver toda la vida de la gente reflejada en sus ojos.
Los ojos claros de la joven bonita del fondo, gritando desganada, eran como los de una muñeca, brillantes pero falsos, los de aquel mulato fuerte, bien podrían ser los de un animal, rasgados, como los de un cerdo, aquel otro a la izquierda, con corte militar, barriga y barba de tres días, tenia ojos que asoció con los que tal vez Cervantes hubiera elegido para Sancho, los ojos de la mujer mayor en primera fila...no serian así los ojos? ...como se llamaba?... no se verían así los ojos de Medea?.
Los ojos claros de la joven bonita del fondo, gritando desganada, eran como los de una muñeca, brillantes pero falsos, los de aquel mulato fuerte, bien podrían ser los de un animal, rasgados, como los de un cerdo, aquel otro a la izquierda, con corte militar, barriga y barba de tres días, tenia ojos que asoció con los que tal vez Cervantes hubiera elegido para Sancho, los ojos de la mujer mayor en primera fila...no serian así los ojos? ...como se llamaba?... no se verían así los ojos de Medea?.
La realidad se imponía con el ruido de los gritos que regresaban...si es que "aquello" que vivía y le estaba sucediendo era la realidad... -- "esto también es la realidad, de esto diré alguna vez que fue real, que efectivamente sucedió"--pensó.
Debió ser incomodo para los agresores, sostenerle la mirada a aquel hombre solitario y valiente sin sentir verguenza. Rene había vivido allí casi toda su vida, los vecinos le recordaban como a un niño del que todos hubieran querido ser padres, tíos, hermanos o amigos. Allí había crecido honesto, buen vecino y siempre amable, en la cuadra eran muchos quienes le debían un favor, un consejo oportuno, un arreglito, un pésame, un dinero salvador prestado a tiempo...como podrían enfrentar serenos a aquel hombre bueno? Durante años, había sido destacado en su trabajo y en la cuadra como "ejemplo de ciudadano y revolucionario"por algunos de los mismos que ahora le gritaban insultos.
En la cuadra habían tratado de tomar a los vecinos por sorpresa. Esa mañana, como dos horas antes de que comenzara el acto, un "grupo comando" de las brigadas de respuesta rápida de cinco individuos había llegado a la casa de Pilar, la del CDR, para pedirle que citara a los vecinos con carácter muy urgente en el solarcito de la esquina, al lado de la farmacia de la calle 100. Rezongando porque le estropeaban la mañana del domingo, fue Pilar obediente y curiosa casa por casa, incluso estuvo en la casa de Rene, citando a todos y preguntándose que querrían tan temprano los dirigentes de la zona y la gente de las brigadas en su cuadra.
Un rato después, un grupo de somnolientos vecinos se reunía en el solarcito. Cuando empezaron a hablar mal de Rene hubo comentarios en voz baja y confusión. Muchos, la mayoría, se fueron yendo a sus casas con diversos pretextos, otros se quedaron argumentando, al final, no lograron convencer a suficientes vecinos, ni siquiera a varios que eran del partido, para darle un acto de repudio a Rene. Mas tarde llegaría una decena de desconocidos para reforzar al grupito que había quedado de unos pocos vecinos, los dirigentes de la Zona del CDR y el comando de brigadistas. Juntos, caminaron la media cuadra hasta la casa de Rene y, desordenados, empezaron a cantar el Himno Nacional. Luego, como si se tratara de una mala zarzuela, siguieron con el himno del 26 de Julio y la Marcha del pueblo combatiente, de la que casi ninguno lograba recordar la letra. Después de leer un rimbombante "comunicado", salpicado con consignas y frases hechas, comenzaron a gritar insultos. Fue entonces que Rene salio y se paro encarándolos en silencio desde el portalito.
Esa mañana, cuando Pilar había estado en su casa conversando bajito con su madre, se imagino que algo desagradable se avecinaba. Tan solo unos días antes, el mismo comando de cinco brigadistas había tratado de provocarlo en su casa, mientras la policía esperaba a unos 25 metros. La idea consistía en visitarlo en su hogar, ofenderlo y llevarlo hasta la calle por la fuerza. Allí intervendría la policía, Rene seria arrestado por escandalo publico y tendrían a otro disidente político convertido en preso común, un procedimiento rutinario para la Seguridad del Estado castrista.
Pero hasta los mejores planes salen torcidos. Al primer insulto dentro de la sala de su casa, Rene le había partido el labio y desprendido un diente al jefe de la Zona del CDR con una contundente trompada, el mismo hombre canoso que ahora gritaba sin llevar el ritmo, con el labio roto doliéndole todavía. El resto del comando comenzó a atacar a Rene, golpeándolo mientras el lograba golpear también a sus atacantes. Hasta su propia madre, tratando de detener la pelea, había recibido un golpe en pleno esternón por parte de un brigadista.
Cuando la policía se dio cuenta de que algo había salido mal y reacciono, ya algunos vecinos, escuchando el escandalo, habían entrado también a la casa de Rene para defenderlo a el y a su mama, solidarios aunque ignorantes de quienes eran ese grupito de desconocidos que los había literalmente asaltado dentro de su propio hogar.
Cuando intentaron arrestar a Rene, los vecinos no lo permitieron. Como iban a convencerlos de que Rene había empezado la bronca en plena calle, si varios testigos vieron que fue insultado y provocado dentro de su casa?! La policía y los del comando tuvieron que irse sin llevarse a Rene, no sin antes echar una bravata que los vecinos no entendieron bien, acerca de "tener cuidado con convertirse en colaboradores del enemigo" o algo parecido.
Rene recordaba todo esto ahora, frente al grupo que lo insultaba a gritos. Se fijo nuevamente en los ojos de la gente, recorrió los de la muñeca, los del cerdo y los de Sancho, se detuvo en los ojos como muertos de Medea, la mujer mayor que le gritaba ofensas y consignas en primera fila. Evocó el llanto apagado de su madre y la expresión en su rostro cuando, unos días antes, le mostraba el hematoma en su tórax, provocado por el golpe del esbirro. Sintió que lo inundaba una mezcla insoportable de dolor e impotencia, una opresión en su pecho y una tristeza enorme que lo abrumaba y le robaba el aire.
Vino a su mente la imagen triste de su madre envejecida en contraste con aquella otra, muchos anos antes, cuando el era un niño y ella una mujer bella y cariñosa, que daba clases en las mañanas y atendía una quincallita en las tardes, allí en ese mismo portal donde estaba parado ahora, alli donde a veces cantaban juntos canciones antiguas. Recordó como una tarde, entre cliente y cliente, su madre le enseño como debia cantar el Himno Nacional.
--"Es un himno de combate y en los combates uno puede morirse de verdad...hay que cantarlo como si fuera lo ultimo que fueras a hacer en la vida, con el valor que cada palabra tiene"--le explico--."No puede cantarse como un bolerito...hay que cantarlo con toda el alma, con la voz potente y clara"-- le decía. Tres, cuatro veces se lo hizo cantar hasta que quedo complacida con el resultado. --"Ahora si, ahora si estas listo pa la pelea"--le dijo y lo había besado en la frente.
Rene recordó su época de adolescente en las becas, cuando estaba prohibido que los familiares llevaran comida a sus hijos, en un intento gubernamental por romper a toda costa los lazos naturales de la familia. Recordó como su madre, oculta en la noche, desafiaba la vigilancia de la guardia armada del preuniversitario militarizado donde estudiaba, para llevarle de vez en cuando un pedacito de panetela y dulce de guayaba que aliviara el hambre de su pubertad, a la que se sumaba la general. Cuando medio mundo andaba criticandole por ser "respondón"con el gobierno, su madre trataba de terciar para darle la razón. Después de la perestroika, ya adulto, en muchas discusiones endiabladas con su padre, su madre intervenía conciliadoramente, buscando sabiamente armonía, puentes, entre el liberalismo perestroiko de su hijo y el stalinismo ortodoxo de su marido.
Pero cuando Rene devolvió sus medallas de internacionalista y veterano de Angola y se declaro disidente públicamente, pidiendo libertad y democracia para Cuba en un evento internacional, toda la vida le cambio de golpe. Su madre no pudo entenderlo, no comprendía por que tiraba por la borda su vida de esa manera, siguió queriéndolo, pero ya no estuvo mas de su parte en ninguna discusión.
No le fue muy difícil a la Seguridad del Estado convencer a su mama, por el bien de Rene, de que llevara en una libreta un control detallado de sus entradas y salidas , sus relaciones y amistades... había que ayudarlo porque estaba confundido, sobre todo ahora, cuando habiendo sido expulsado de su trabajo, Rene andaba mezclandose con gente de una organizacion anticubana, un partido ilegal que afirmaba que en Cuba había una dictadura que se hacia llamar socialista, pero no diferente de otras dictaduras con tintes de confuso nacionalismo patriotero. Siempre por su bien, la mama de Rene lo vigilaba e informaba de sus pasos, esperando en vano que rectificara su hijo. Cuando todo se supo, porque todo se sabe, hubo quien la tildo de hija de puta... pero no Rene.
--"Yo se cuanto la están manipulando emocionalmente"--pensaba Rene frente al griterío del progrom castrista
--"Como, si no, se explica su actitud cuando fueron a agredirme y ella también recibió golpes? Ella allí estuvo de mi parte! Ella había salido a defenderme!"
--"VIVA FIDEEEL!! Muerte para ti! Gusano!!!, traidor!! NO TIENES PERDON!!"--se escuchaba gritar, enronquecida la voz, a la mujer mayor de la primera fila. El grito saco a Rene de sus cavilaciones devolviéndolo a la realidad devastadora de aquel acto de repudio.
Rene sintió que los recuerdos lo habían llevado demasiado lejos, que casi perdía el control, el dolor en la garganta y el pecho lo asfixiaban. Con un supremo esfuerzo logro calmarse.
--"Mama NO ES ninguna hija de puta, la han manipulado, igual que a tantos otros, igual que a estos que me gritan ofensas sin conocerme siquiera. -- se dijo y sintió que un escalofrío lo recorría, mientras fluia un ultimo pensamiento -- "Si no... como podría perdonarla?"
Una vez mas, Rene contemplo con tristeza los ojos como muertos, marchitos y cansados de su madre, que ahora gritaba consignas desde la primera fila. Se irguio, tomo aire lenta y profundamente y, con toda su alma, con voz potente y clara, como ella le enseñó, comenzó a cantar las estrofas del Himno Nacional.
En la cuadra habían tratado de tomar a los vecinos por sorpresa. Esa mañana, como dos horas antes de que comenzara el acto, un "grupo comando" de las brigadas de respuesta rápida de cinco individuos había llegado a la casa de Pilar, la del CDR, para pedirle que citara a los vecinos con carácter muy urgente en el solarcito de la esquina, al lado de la farmacia de la calle 100. Rezongando porque le estropeaban la mañana del domingo, fue Pilar obediente y curiosa casa por casa, incluso estuvo en la casa de Rene, citando a todos y preguntándose que querrían tan temprano los dirigentes de la zona y la gente de las brigadas en su cuadra.
Un rato después, un grupo de somnolientos vecinos se reunía en el solarcito. Cuando empezaron a hablar mal de Rene hubo comentarios en voz baja y confusión. Muchos, la mayoría, se fueron yendo a sus casas con diversos pretextos, otros se quedaron argumentando, al final, no lograron convencer a suficientes vecinos, ni siquiera a varios que eran del partido, para darle un acto de repudio a Rene. Mas tarde llegaría una decena de desconocidos para reforzar al grupito que había quedado de unos pocos vecinos, los dirigentes de la Zona del CDR y el comando de brigadistas. Juntos, caminaron la media cuadra hasta la casa de Rene y, desordenados, empezaron a cantar el Himno Nacional. Luego, como si se tratara de una mala zarzuela, siguieron con el himno del 26 de Julio y la Marcha del pueblo combatiente, de la que casi ninguno lograba recordar la letra. Después de leer un rimbombante "comunicado", salpicado con consignas y frases hechas, comenzaron a gritar insultos. Fue entonces que Rene salio y se paro encarándolos en silencio desde el portalito.
Esa mañana, cuando Pilar había estado en su casa conversando bajito con su madre, se imagino que algo desagradable se avecinaba. Tan solo unos días antes, el mismo comando de cinco brigadistas había tratado de provocarlo en su casa, mientras la policía esperaba a unos 25 metros. La idea consistía en visitarlo en su hogar, ofenderlo y llevarlo hasta la calle por la fuerza. Allí intervendría la policía, Rene seria arrestado por escandalo publico y tendrían a otro disidente político convertido en preso común, un procedimiento rutinario para la Seguridad del Estado castrista.
Pero hasta los mejores planes salen torcidos. Al primer insulto dentro de la sala de su casa, Rene le había partido el labio y desprendido un diente al jefe de la Zona del CDR con una contundente trompada, el mismo hombre canoso que ahora gritaba sin llevar el ritmo, con el labio roto doliéndole todavía. El resto del comando comenzó a atacar a Rene, golpeándolo mientras el lograba golpear también a sus atacantes. Hasta su propia madre, tratando de detener la pelea, había recibido un golpe en pleno esternón por parte de un brigadista.
Cuando la policía se dio cuenta de que algo había salido mal y reacciono, ya algunos vecinos, escuchando el escandalo, habían entrado también a la casa de Rene para defenderlo a el y a su mama, solidarios aunque ignorantes de quienes eran ese grupito de desconocidos que los había literalmente asaltado dentro de su propio hogar.
Cuando intentaron arrestar a Rene, los vecinos no lo permitieron. Como iban a convencerlos de que Rene había empezado la bronca en plena calle, si varios testigos vieron que fue insultado y provocado dentro de su casa?! La policía y los del comando tuvieron que irse sin llevarse a Rene, no sin antes echar una bravata que los vecinos no entendieron bien, acerca de "tener cuidado con convertirse en colaboradores del enemigo" o algo parecido.
Rene recordaba todo esto ahora, frente al grupo que lo insultaba a gritos. Se fijo nuevamente en los ojos de la gente, recorrió los de la muñeca, los del cerdo y los de Sancho, se detuvo en los ojos como muertos de Medea, la mujer mayor que le gritaba ofensas y consignas en primera fila. Evocó el llanto apagado de su madre y la expresión en su rostro cuando, unos días antes, le mostraba el hematoma en su tórax, provocado por el golpe del esbirro. Sintió que lo inundaba una mezcla insoportable de dolor e impotencia, una opresión en su pecho y una tristeza enorme que lo abrumaba y le robaba el aire.
Vino a su mente la imagen triste de su madre envejecida en contraste con aquella otra, muchos anos antes, cuando el era un niño y ella una mujer bella y cariñosa, que daba clases en las mañanas y atendía una quincallita en las tardes, allí en ese mismo portal donde estaba parado ahora, alli donde a veces cantaban juntos canciones antiguas. Recordó como una tarde, entre cliente y cliente, su madre le enseño como debia cantar el Himno Nacional.
--"Es un himno de combate y en los combates uno puede morirse de verdad...hay que cantarlo como si fuera lo ultimo que fueras a hacer en la vida, con el valor que cada palabra tiene"--le explico--."No puede cantarse como un bolerito...hay que cantarlo con toda el alma, con la voz potente y clara"-- le decía. Tres, cuatro veces se lo hizo cantar hasta que quedo complacida con el resultado. --"Ahora si, ahora si estas listo pa la pelea"--le dijo y lo había besado en la frente.
Rene recordó su época de adolescente en las becas, cuando estaba prohibido que los familiares llevaran comida a sus hijos, en un intento gubernamental por romper a toda costa los lazos naturales de la familia. Recordó como su madre, oculta en la noche, desafiaba la vigilancia de la guardia armada del preuniversitario militarizado donde estudiaba, para llevarle de vez en cuando un pedacito de panetela y dulce de guayaba que aliviara el hambre de su pubertad, a la que se sumaba la general. Cuando medio mundo andaba criticandole por ser "respondón"con el gobierno, su madre trataba de terciar para darle la razón. Después de la perestroika, ya adulto, en muchas discusiones endiabladas con su padre, su madre intervenía conciliadoramente, buscando sabiamente armonía, puentes, entre el liberalismo perestroiko de su hijo y el stalinismo ortodoxo de su marido.
Pero cuando Rene devolvió sus medallas de internacionalista y veterano de Angola y se declaro disidente públicamente, pidiendo libertad y democracia para Cuba en un evento internacional, toda la vida le cambio de golpe. Su madre no pudo entenderlo, no comprendía por que tiraba por la borda su vida de esa manera, siguió queriéndolo, pero ya no estuvo mas de su parte en ninguna discusión.
No le fue muy difícil a la Seguridad del Estado convencer a su mama, por el bien de Rene, de que llevara en una libreta un control detallado de sus entradas y salidas , sus relaciones y amistades... había que ayudarlo porque estaba confundido, sobre todo ahora, cuando habiendo sido expulsado de su trabajo, Rene andaba mezclandose con gente de una organizacion anticubana, un partido ilegal que afirmaba que en Cuba había una dictadura que se hacia llamar socialista, pero no diferente de otras dictaduras con tintes de confuso nacionalismo patriotero. Siempre por su bien, la mama de Rene lo vigilaba e informaba de sus pasos, esperando en vano que rectificara su hijo. Cuando todo se supo, porque todo se sabe, hubo quien la tildo de hija de puta... pero no Rene.
--"Yo se cuanto la están manipulando emocionalmente"--pensaba Rene frente al griterío del progrom castrista
--"Como, si no, se explica su actitud cuando fueron a agredirme y ella también recibió golpes? Ella allí estuvo de mi parte! Ella había salido a defenderme!"
--"VIVA FIDEEEL!! Muerte para ti! Gusano!!!, traidor!! NO TIENES PERDON!!"--se escuchaba gritar, enronquecida la voz, a la mujer mayor de la primera fila. El grito saco a Rene de sus cavilaciones devolviéndolo a la realidad devastadora de aquel acto de repudio.
Rene sintió que los recuerdos lo habían llevado demasiado lejos, que casi perdía el control, el dolor en la garganta y el pecho lo asfixiaban. Con un supremo esfuerzo logro calmarse.
--"Mama NO ES ninguna hija de puta, la han manipulado, igual que a tantos otros, igual que a estos que me gritan ofensas sin conocerme siquiera. -- se dijo y sintió que un escalofrío lo recorría, mientras fluia un ultimo pensamiento -- "Si no... como podría perdonarla?"
Una vez mas, Rene contemplo con tristeza los ojos como muertos, marchitos y cansados de su madre, que ahora gritaba consignas desde la primera fila. Se irguio, tomo aire lenta y profundamente y, con toda su alma, con voz potente y clara, como ella le enseñó, comenzó a cantar las estrofas del Himno Nacional.
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