Por Matapiojos
El momento de la victoria es el más peligroso. Al calor de la victoria, alzan sus feas cabezas la arrogancia y el exceso de confianza, que pueden empujarte más allá de tus objetivos y hacerte ir demasiado lejos. Cuando se va demasiado lejos, conviertes en enemigos a los derrotados. No permitas que el triunfo se te suba a la cabeza. No existe substituto para la planificación cuidadosa y el empleo táctico de la generosidad. Trázate una meta, y cuando la hayas alcanzado, detente.
El momento de la victoria es el más peligroso. Al calor de la victoria, alzan sus feas cabezas la arrogancia y el exceso de confianza, que pueden empujarte más allá de tus objetivos y hacerte ir demasiado lejos. Cuando se va demasiado lejos, conviertes en enemigos a los derrotados. No permitas que el triunfo se te suba a la cabeza. No existe substituto para la planificación cuidadosa y el empleo táctico de la generosidad. Trázate una meta, y cuando la hayas alcanzado, detente.
"En los contra-interrogatorios, lo más importante de todo es estar alerta para saber cuando se debe finalizar. No hay nada más importante que cerrar un interrogatorio con un triunfo. Muchos abogados, cuando logran exponer las contradicciones que puedan existir en un testimonio, no se satisfacen con esto y siguen haciendo preguntas hasta que el triunfo inicial se vuelve intrascendente o se pierde completamente."
Francis L. Wellman: "El arte del Contra-interrogatorio" (1913)
Francis L. Wellman: "El arte del Contra-interrogatorio" (1913)
En el ejercicio del poder se debe estar guiado por la razón. No dejes que las sensaciones emocionales, causadas por la victoria momentánea, guíen o influencien tus acciones: sería fatal. Una vez que triunfes, retrocede un paso, sé cauteloso. Una vez ganada una victoria analiza y comprende el papel jugado por las circunstancias particulares de la ocasión. La historia está llena de imperios victoriosos que más tarde cayeron; también está llena de líderes que no supieron contenerse a tiempo.
"Un experto jardinero estaba observando, desde abajo, a su ayudante que trepaba un árbol. Cuando llegó a la copa, el jardinero le ordenó que podara algunas de las ramas más altas. Aunque el hombre parecía estar en grave peligro, el jardinero permanecía callado, y solamente cuando el ayudante estaba bajando y casi había llegado a las ramas de abajo, fue que se le oyó decir: —Ten mucho cuidado, baja con mucha cautela—. —¿Por qué dijiste eso?— preguntó un espectador, —Cuando estaba alto, no le advertiste nada, sin embargo, ahora que casi ha llegado abajo, le pides que tenga cuidado—. —Ese es precisamente el punto — dijo el jardinero, —cuando estaba en las ramas más altas y peligrosas, su propio miedo lo protegía; pero cuando se llega a los lugares fáciles es que se cometen los errores-".
La esencia del poder es controlar lo que acontece después del triunfo, pero el regocijo de la victoria puede afectar la habilidad de influenciar las acciones futuras en dos formas: primero, le debes el triunfo a un patrón de circunstancias, que quizás trates de repetir, para seguir moviéndote en la misma dirección sin tener que detenerte o preguntarte si todavía es esa la dirección deseada. Segundo, el triunfo se sube a la cabeza y te lleva a actuar emocionalmente haciéndote sentir invulnerable, a tomar decisiones agresivas que pueden afectar el triunfo obtenido.
La suerte y las circunstancias siempre son parte importante de cualquier victoria, y por eso, es que algunas veces la buena suerte es más peligrosa que la adversidad. La mala suerte enseña lecciones valiosas en lo referente a paciencia y estar preparado para lo peor; la buena suerte engaña, te hace creer que tu brillantez será lo que se imponga. La suerte, inevitablemente, cambia y cuando lo hace, te encontrará desprevenido y no podrás reaccionar.
La mitología griega nos cuenta que Ícaro cayó desde el cielo. Dédalo, su padre, hizo alas de cera con las que ascendieron volando para escapar del laberinto del Minotauro. Extasiado por el triunfo, embriagado por el placer del vuelo, Ícaro voló más y más alto hasta que el sol le derritió sus alas de cera y se precipitó al vacío, matándose.
Kenko: "Composiciones del Ocio", Japón s. XIV
La suerte y las circunstancias siempre son parte importante de cualquier victoria, y por eso, es que algunas veces la buena suerte es más peligrosa que la adversidad. La mala suerte enseña lecciones valiosas en lo referente a paciencia y estar preparado para lo peor; la buena suerte engaña, te hace creer que tu brillantez será lo que se imponga. La suerte, inevitablemente, cambia y cuando lo hace, te encontrará desprevenido y no podrás reaccionar.
La mitología griega nos cuenta que Ícaro cayó desde el cielo. Dédalo, su padre, hizo alas de cera con las que ascendieron volando para escapar del laberinto del Minotauro. Extasiado por el triunfo, embriagado por el placer del vuelo, Ícaro voló más y más alto hasta que el sol le derritió sus alas de cera y se precipitó al vacío, matándose.
"Los príncipes y las repúblicas deben contentarse con la victoria, porque cuando aspiran a más, generalmente pierden. El uso de lenguaje insultante contra el enemigo nace de la insolencia de la victoria o del falso deseo de triunfo que más adelante confunde a los hombres tanto en sus acciones como en sus palabras. Cuando estas falsas esperanzas toman posesión de la mente, hace a los hombres ir más allá de sus metas y les hace sacrificar un bien cierto en aras de otro incierto que luce mejor".
Nicolás Maquiavelo.
Nicolás Maquiavelo.
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